La idea es conseguir instaurar en la mente del animal la siguiente asociación: “Mi propietario me llama = Mi propietario tiene algo buenísimo y/o divertido que ofrecerme”. Por lo tanto;
1.- Llama a tu perro tantas veces como quieras a lo largo del día y ofrécele, siempre que venga, algo agradable. Puedes darle un premio comestible, premiarle con un rato de juego, una sesión de caricias, una felicitación verbal efusiva… Fíjate en tu perro y descubre lo que más le gusta. Eso será lo que debes presentarle como recompensa. Cada perro es un mundo y todos tienen sus propias preferencias.
2.- El juego del escondite: en casa, en el parque o en la montaña (si es una zona segura), aprovecha cuando tu perro esté despistado y escóndete detrás de un árbol, por ejemplo. Llámalo y espera a que te encuentre. Cuando lo haga, felicítalo y prémiale. Este juego suele gustar mucho a los perros y contribuye a trabajar lo que se conoce como “focus” o atención sobre el propietario.
3.- Corre hacia otro lado: llama a tu perro cuando esté un poco despistado y, enseguida que te mire, corre hacia el lado opuesto a su dirección, como invitándole a jugar. Tu movimiento activará su seguimiento y él o ella correrán también hacia ti. Cuando llegue donde tú estás, prémialo.
